If we consider Le Corbusier's saying about the practice of architecture – passion can create drama out of inert stone – we can understand Ricardo Rendón's starting point. He is a sculptor who wanders and experiments with the trades related to architectural construction, and who seeks to breathe fresh life into the languages of his own discipline. His intention is to reposition his platforms as three-dimensional space, without ceasing to be sculpture.
The metaphysical presence of architecture is what seduces us to inhabit the space inside the walls, which we could think of as negative space in physical form. This leads us to understand our space-time as a formal composition, created and prepared by the architect, and completed once we come to live in the built place. What would happen if we wanted to study the bowels of a building, not merely view its outer skin? How could we design an architecture that, instead of conditioning a place, could expand it continuously? Can architecture be created by the negation or removal of its own building materials?
These and other reflections on architectural practice are the engine that drives Ricardo Rendón's latest project, entitled Towards a possible architecture. Through sculpture, he expresses a material and dissected approximation of architectural fact. Starting from the limits of the location where Rendón installs devices that emulate finished buildings, the pieces mold and expand a space – manipulating its immateriality, giving the viewer or, rather, the inhabitant of this work, the ability to understand from within the machinery of living that is architectural space. Quizá lo mas interesante del ejercicio de la arquitectura no es la edificación por sí misma sino el espacio que se genera en su interior; una realidad que se separa de la urbe que la contiene y que posibilita situaciones que complementan a la vida natural ampliando la percepción del mundo que nos constituye como seres humanos. La diagonal que divide a la luz de la sombra, resultado de la proyección del sol que se genera por el paso del tiempo en una habitación, al igual que la percepción elevada del paisaje a partir de la planta libre que se produce en un edificio, son solo un ejemplo de los estados sensoriales de los cuales somos participes al habitar un espacio arquitectónico, abstrayendo nuestra percepción espacial, construyendo formas que se convierten en símbolos que nos identifican como parte de un universo accidentado, geométrico, humano, poético.
Estas y otras reflexiones sobre el ejercicio de la práctica arquitectónica, son el motor que alimentan al proyecto titulado Hacia una arquitectura posible de Ricardo Rendón; ejercicio que plantea desde la práctica escultórica una aproximación material y diseccionada del hecho arquitectónico; modelando y ampliando un espacio a partir de los limites del lugar dónde instala sus dispositivos para emular edificaciones terminadas, desde la manipulación de su inmaterialidad, brindando al espectador o mejor dicho, al habitante de este trabajo, la posibilidad de entender desde adentro, a la maquinaria del habitar que es el espacio arquitectónico. Si pensamos en la frase que Le Corbusier dijo refiriéndose al ejercicio de la arquitectura que dice: La pasión hace un drama de las piedras inertes, podemos entender los puntos de partida de Ricardo Rendón como un escultor que deambula y experimenta con los oficios relacionados con la construcción arquitectónica, y que busca ampliar los lenguajes de su propia disciplina para oxigenarla, con la intención de replantear sus plataformas de acción como espacio tridimensional, sin dejar de ser escultura. Entiéndase pues este ejercicio, como una cofradía del espíritu del arquitecto, el escultor y el obrero, proyectado desde uno de los espacios donde lo inmaterial puede ser asible, el espacio del arte.