Para un artista, abstraer su visión del mundo mediante el desarrollo de técnicas materiales, formas diversas, y códigos específicos de su entorno para la construcción de obras de arte, es una necesidad vital. Es un acto de genuina bipolaridad entre la atracción y la aversión de su realidad, generando situaciones estéticas paralelas a "eso" que compone su cosmogonía, en búsqueda consiente o por lo general, inconsciente, de una verdad propia. El arte y sus oficios, son un estado tangencial de la vida, en tanto que las obras de arte no representan necesariamente a una supuesta realidad del mundo, generan alternativas del mismo como paralelo de la verdad estable que acordó una sociedad cualquiera, otorgando a las consecuencias resultantes de dicha práctica su justificación como enunciados abiertos. Más que afirmaciones tácitas, las obras de arte deben entenderse como preguntas e invitaciones a múltiples banquetes del conocimiento.
El misterio y la sensualidad de las formas que emite la poética de los artistas, puede relacionarse con las necesidades básicas del hombre en función a su supervivencia física, sensorial, ideológica y sentimental, en un atento cuidado por la vinculación de la historia y lo que proviene de la misma: tradición, lenguaje, estética e identidad. Un ejemplo de ello, son los vestigios formales del artista multidisciplinario Ricardo Rendón (Ciudad de México 1970) quien ha integrado dentro de su proceso artístico la investigación, exploración y desarrollo de oficios tradicionales - carpintería, albañilería, electricidad, y en este caso técnicas provenientes del ejercicio de la peletería - como parte de su reflexión en torno a los procesos involucrados dentro del conocimiento creativo, en una suerte de alquimia simbólica que busca trasformar a la materia prima que utiliza en un ensayo plástico, conectando los límites de la singularidad espacial, física y matérica de su sistema dentro de los lenguajes del arte contemporáneo. La piel como un vehículo de habitabilidad y confort, abrigo y protección, que da a la corporeidad física del hombre categoría humana, en su lucha continúa por su permanencia y trascendencia dentro de su medio ambiente.
RUPESTRE es entonces, un compendio de acontecimientos formales que proyecta a los oficios tradicionales, como análisis antropológico mediante la activación del espacio específico (La Ciudad de León Guanajuato), abriendo una posible reflexión dentro de la tradición artesanal de la urbe y la expansión significativa de las necesidades humanas, a partir de la estética derivada de dichas prácticas evocando la naturaleza de las formas.
David Miranda, verano 2008
Casa de las monas, León Gto. México
Curador: David Miranda
Coordinación: Leonardo Ramírez, Pablo Martinez
Galería Jesús Gallardo, Instituto Cultural de León